domingo, 30 de agosto de 2009

Imagenes y cuerpos


Te retrasas.

Anticipo tu abrazo acariciando mis brazos como tú lo harías.

Hoy has esquivado decirme el momento, la hora exacta, en que me harás tuya tras mirarme a los ojos.

Por eso te retrasas.

Demoras tu boca.

Sin saber de tu llegada mi cuerpo te anhela como el agua a sus orillas.

No por presentidos, tus pasos son menos esperados, menos secretos, menos necesidad.

Aguárdame desnuda, dijiste ayer, susurrando palabras equidistantes a nuestros brazos.

Aguarda mi voz como yo espero tu lengua, dijiste ayer con voz de cercanía.

Espera mi boca como yo anhelo tu pubis y tu agua, dijiste como cada día que me buscas.

Aguárdame para quebrar la espiral vital que es un paréntesis incoloro.

Aguárdame para darme el color de tu recóndita intimidad, tu secreto palpitar, tu lujuria y tu amor, encerrados en el lazo de la carne y la estima.

Aguárdame desnuda.
Aguárdame, como aguardas al sol pronunciarse en tu espalda.

Espérame para ser juntos alba que tiembla en pasión desconocida.

Sé la primera vez de mi lengua profunda, también hoy.

También esta tarde pasajera y esquiva que apresamos con nuestros cuerpos uncidos.

Espérame desnuda, dijiste ayer.

Ahora, hoy, son tus pasos los que se avecinan a mi estancia.

Mi desnudez es preámbulo.

Mi piel, paréntesis circular que emergerá anhelante al roce minúsculo de tus manos de alba.

Entras en la estancia y lo haces en mí.

Entras en mi cuerpo hospitalario, enfebrecido ante tu sola mirada, al mínimo roce de tu aliento más tibio.

Me abrazas sin dejar de contemplarme y sentirme nacer entre las anclas de tus brazos.


Recorres, sin permitir que mi cuerpo blanco se desprenda de tus manos, mis muslos.

Aguárdame desnuda, te dije ayer, me susurras levemente.

Mi ropa interior se deshace en tus dedos.

Reto a tus manos con mi rebeldía limitada.

Soy oleaje entre ellas, sometida en la dulzura de tus caricias y roces.

Mi cuerpo obedece el dictado de tu piel.

Mi cuerpo es tu piel, se hace en ella, es hecho y constancia por tus manos.

Mi ropa interior se deshace en tus manos.

Y me besas las caderas que se agitan.

Y lames mi espalda haciendo dulces surcos salivares.

Tu lengua es melaza y ámbar, camino y atajo del placer, por él y en él desplegada sobre la piel, extendida tras ella.

Viajera incesante de mis senos, tu lengua inicia de nuevo la senda que conozco.

Ahora, tiéndete sobre la cama, me pides sin dejar de contemplarme.

No cierres los ojos.

Dame tu vista, tu mirada. También.

Dame lo que ven tus ojos. Dame la realidad que interpretan tus pupilas encendidas.

Tomas fotografías de mi espalda vibrante.

Captas la humedad incipiente de mi sexo.

Fotografías el espasmo sometido a la tibieza de mi clítoris subyugado a tu boca.

Captas mi cuerpo con ojos extraños y ajenos.

La cámara simula ser tú, tu mirada única.

Yo dirijo mi mirada al objetivo, encendido al mismo placer que nos sustenta.

Yo dirijo mis ojos a la búsqueda de los tuyos, profundo abismo en el que no temo al naufragio, al que me empeño en arribar cada amanecer que no estás próximo.

Arquea tu pubis, me pides.

Abre tus muslos y roza con la palma de tus manos la piel donde se inician.

Piénsame mientras me sientes, mientras me imaginas.

Fotografías mis muslos, abres mi sexo y acercas tu mirada a su humedad sin límite.

Fotografías mi boca.

Fotografías nuestros besos más hondos.

Captas la penetración de tu lengua de fuego en mis labios. En todos.

Fotografías mi cuerpo, nuestros cuerpos, nuestro amor, nuestro deseo.

Captas el plural, no solo carnal, en que nos hemos convertido.

Tu mirada se funde de tal modo con mis ojos que ya no puedo mirarme sino en ti, mi amor, cuando haces tuyo mi cuerpo y mi deseo.

por:pura Maria Garcia.. http://puramariagarcia.wordpress.com/2009/06/18/imagenes-y-cuerpos/



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